Ideas para que las familias se expresen y comuniquen en tiempos de cuarentena

Las diversas encuestas que se han realizado en Chile en los últimos meses, a propósito de las consecuencias de la pandemia en la educación escolar, han relevado la preocupación de los docentes por el bienestar socioemocional de sus estudiantes. Y es que las complejidades que esta situación sanitaria implica para niños, niñas y adolescentes, están a la vista: reducción de espacios de diversión con pares, cambios en las rutinas, desigual apoyo escolar en el hogar, variados temores asociados al Coronavirus y eventuales dificultades familiares, son algunas de ellas.

Por lo mismo, desde diversas instituciones que aportan a la educación escolar, se ha puesto especial énfasis en intentar proveer sugerencias, recursos y reflexiones orientadas al bienestar socioemocional, tanto de docentes como de los estudiantes y sus familias. En esta línea, Grupo Educativo ha creado la campaña #MomentoDeCamarín orientada a que, en este tiempo de confinamiento, las familias puedan darse un momento de comunicación libre y abierto donde cada integrante pueda expresar cómo está viviendo la cuarentena.

“Nuestro objetivo es propiciar que las familias se den espacios de encuentro y escucha. Nadie sabe cómo vivir en cuarentena con todo lo que ello implica, necesitamos en primer lugar sincerar esto y hacer de ello una conversación, poniéndole nombre a lo que sentimos pero también generando espacios que nos permitan hacer más amable lo que nos toca vivir, fortaleciendo vínculos, colaboración entre todos y todas y por cierto, espacios de distracción y entretención colectiva”, señala la psicóloga Paulina Araneda, Directora Ejecutiva de Grupo Educativo, a quien entrevistamos para conocer más  de la campaña.

• ¿Cuál es la importancia que las familias deben darle al bienestar emocional en tiempos de pandemia?

El bienestar emocional es, tal como todos los expertos señalan, clave en estos momentos, el punto es que ello requiere de manejar nuestras propias ansiedades y emociones como adultos, de tal modo de poder generar condiciones que permitan el bienestar de quienes tenemos a cargo; sin embargo, también es el momento de sincerar cómo entre todos, independientemente de nuestra edad, podemos apoyarnos y contribuir al bienestar de todos y todas.  El bienestar emocional no es un estado asociado sólo a los niños y niñas, es para toda la familia, pues si no pensamos así difícilmente será posible para ellos.  Niños y niñas pequeñas pueden también acoger, no se trata de que se hagan cargo del adulto, se trata de vincularse y cuidarse desde el espacio que ocupan; hijos e hijas adolescentes requieren desarrollar autonomía y para ello aquí hay una estupenda oportunidad, sólo que necesitamos superar el infantilizarlos, descalificar sus propuestas y acoger que la forma de hacer las cosas o resolverlas no es necesariamente la nuestra. Hay aquí una enorme oportunidad de transformar la forma en que nos relacionamos con nuestras hijas e hijos, tenemos la oportunidad de recrear lo que esperamos de ellos y ellas y, por supuesto, de darles la oportunidad de superar a ambos los caducos y por cierto injustos roles tradicionales de género.

Quisiera contar algo: hace muchos años una de mis hijas encontró que estaba triste, debe haber tenido entre cuatro y cinco años, tomó unas llaves de juguete, me dijo que ella me podía cuidar y que me iba a operar el corazón, yo estaba tendida, ella tomó las llaves y simuló abrirme el pecho y sacarme el corazón.  Tomándolo entre sus manos, me dijo: mira mamá: nanai corazón. Luego, con mucho cuidado, puso sus manitos en mi pecho y con sus llaves cerró la cerradura que conducía a mi corazón.  Me acuerdo de esto y siento alivio y agradecimiento, no sabe lo profundo y lo mucho que me marcó lo que hizo… tanto que hasta hoy al recordarlo me emociona y me siento mejor.   No creo ser la única madre que tiene historias así, todas las tenemos, sólo hay que darles espacio y decirles a nuestras hijas e hijos lo importante que son sus gestos, eso hará que los repitan y que sientan que ellos también pueden cuidar.  

• ¿Cómo podemos las familias saber si estamos aplicando bien las recomendaciones de la campaña?

Lo bueno de la campaña es precisamente que no hay una forma correcta de aplicarlo, la gracia de ello y lo que buscamos es que al leerlo también se nos ocurran otras formas o actividades acordes a nuestros propios contextos.  Si hay algo que hemos aprendido es que un elemento clave es que confiemos en nosotros mismos y en los recursos que tenemos, lo que hacemos es clave y nada es más relevante que esto. Y si nos sentimos mal, si no nos sentimos capaces, entonces sabemos que podemos pedir orientación, que hay ideas de cosas simples que puedo hacer y recrear y que si aún así nada resulta, podremos recurrir a otros espacios donde pedir apoyo.  

Quisiera señalar que no es nuestra intención resolver conflictos o situaciones de vulneración de derechos o violencia, ello evidentemente requiere de un abordaje distinto en el marco de la ley vigente.  Momento de camarín está pensado para familias que sin tener problemas como los expuestos, necesitan alguna orientación para enfrentar de la mejor manera posible la cuarentena.

• ¿Qué recomendaciones le daría a las familias con niños pequeños que aún no son autónomos y deben trabajar ambos padres en el hogar? (por ejemplo, familias con niños y niñas hasta 5 años)

Creo que es muy difícil lo que deben vivir y por lo mismo les sugeriría que lo sinceraran y establecieran alguna forma en que puedan trabajar en equipo, posiblemente pensando en turnos pero también en poder apoyarse cuando uno u otro no se siente capaz de lidiar con alguna situación.  Pienso que en familias donde padre y madre están presentes, es interesante ver qué se le hace más fácil a uno y  a otro, teniendo claro que ello no se asocia a si se es hombre o mujer, sino que aprovechar los intereses, gustos y habilidades de cada uno. Así, puede que esta etapa que es difícil y compleja pueda ser un espacio de aprendizaje y podamos salir de ella contentos de haber sido capaces de enfrentar una pandemia, la mayor de los últimos cien años.